sábado, 8 de febrero de 2014

CLASES DE YOGA



El Yoga es una disciplina tradicional originaria de India. Su práctica constituye un método de mejoramiento humano que contiene medicina natural, ciencia de la salud, psicología, mística, filosofía. Se trata, ante todo, de un conjunto de técnicas psicofísicas y psicomentales para el desarrollo armónico de la persona. Existen muchos tipos de yoga, el más popular en occidente es el Hatha Yoga que consiste en una serie de Asanas (posturas) que combinadas con la práctica del pranayama (control de la respiración o del aliento) permiten mantener el cuerpo sano, ágil, flexible, fuerte, relajado y la mente atenta, centrada y serena. El radja yoga o yoga mental apunta de manera directa a la mente y trabaja para perfeccionar sus potencias y funciones haciendo que ésta permanezca armónica y operativa, el practicante aprende a mantener la mente ruidosa más silente, ecuánime, atenta y perceptiva. De ese modo se refrena la memoria negativa y la persona se abre al aquí-ahora. La meditación trabaja en las profundidades y superficies de la mente, con el objeto de liberarla de trabas, negatividades y actitudes equívocas.
En nuestro centro las clases son personalizadas, constan de ejercicios de precalentamiento, de la práctica de Hatha Yoga y radja yoga, finaliza con una relajación, dura 60 minutos, se puede practicar todos los días sin límite de edad.
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¿QUÉ ES EL YOGA?
Ramiro A. Calle

El yoga se originó en la India hace más de seis mil años. Su práctica constituye un método de mejoramiento humano que contiene medicina natural, ciencia de la salud, psicología, mística, psicosomática, filosofía y metafísica. Se trata, ante todo, de un conjunto de técnicas psicofísicas y psicomentales para el desarrollo armónico de la persona. Sus procedimientos, tan antiguos como fiables y largamente experimentados, son un medio para favorecer el cuerpo, la mente, las energías, el carácter y la conducta. El yoga es también una actitud vital y un modo de pensamiento. Aboga por el autoconocimiento, el crecimiento interior, el control del pensamiento, la apertura del corazón y las óptimas relaciones con uno mismo y con los demás. Proporciona claves para desarrollar la consciencia y purificar el entendimiento, y prácticas para regular y armonizar las energías.
  Ahora bien, el yoga no es una religión; se trata de una disciplina suprarreligiosa, y puede ser practicado indistintamente por el creyente o el agnóstico. No obstante, ha sido incorporado a numerosas tradiciones místicas como método de autoconocimiento y autodesarrollo. Tanto es así, que constituye el eje espiritual de Oriente, y sus procedimientos de mejoramiento humano han sido utilizados por los hindúes, budistas, tántricos, taoístas,zen y otras escuelas de purificación y realización. El yoga es, por tanto, una psicología de larealización y, como tal, puede ser practicado por cualquier persona, ya sea adolescente o anciana, letrada o iletrada, sana o enferma. Desde hace dos décadas son innumerables los practicantes de yoga en el mundo, cantidad que crece cada día debido a los evidentes beneficios que reporta. Ya en 1920 Hermann Hesse señaló que si algo urgía a Occidente, era la práctica del yoga. Tal fascinación se debe, sin duda, a que su sabiduría milenaria hay podido perpetuarse de maestro a discípulo, siglo  tras siglo, a que sus técnicas han sido experimentadas sin interrupción, y a que nada hay de gratuito o no probado experimentalmente en las mismas.
   El yoga es, por otra parte, un método de integración. Nos exhorta a equilibrar nuestra unidad psicosómatica y nos ofrece procedimientos para entrenar armónicamente el cuerpo, la mente, la conducta y la actitud. Constituye el sendero de la atención despierta, y, consecuentemente, todas sus técnicas deber ser aplicadas con atención, evitándose así cualquier actitud mecánica o automática. Por esta razón, el yoga es también un valioso procedimiento para desalienarnos. Con él se aprende a operar de manera beneficiosa sobre las energías. En definitiva, el yoga procura dicha y bienestar; esto es, funciona como un sistema soteriológico, que tiende a liberar del dolor.
   El yogui aprende a relacionarse consigo mismo y se convierte, hasta donde le es posible, en artífice de su cuerpo y de su mente, pero con actitud humilde, jamás de triunfalismo narcisista. No se trata de competir ni de alcanzar un récord: cada uno hace cuanto puede para mejorarse a sí mismo y para mejorar su relación con los otros seres. Mediante el yoga se renuncia al sufrimiento innecesario y se halla la fuente de felicidad en el propio interior. Se aprende a vivir más desapegadamente, en apertura y disponibilidad, de momento en momento, liberando así la mente de venenos y “pensamientos basura”, que tantos trastornos  psicosomáticos originan. Existen técnicas para proporcionar bienestar, vitalidad, salud y juventud al cuerpo, y técnicas para modificar los viejos y condicionantes modelos de conducta mental. El yoga nos facilita los medios para ser más libres, fluidos, calmos. Nos enseña a evitar innecesarias tensiones, fricciones y conflictos; nos abre una vía hacia la alegría interior, y nos otorga los procedimientos para sincronizar el cuerpo y la mente. Por todo ello, el doctor Lindenberg ha declarado: “Estoy convencido de que ninguna doctrina destinada al hombre es tan valiosa, y, además, la considero la más elevada”. A su vez, el gran científico Julian Huxley consideraba que su práctica era un método excepcional para propiciar salud mental.
   En definitiva, mediante las técnicas del yoga lograremos una salud más estable, sentirnos más jóvenes y vitales y relacionarnos mejor con nosotros mismos y con los demás. Además, aprenderemos a encarar con ecuanimidad las contrariedades, a disfrutar sin apego a o aferramiento, a sufrir sin generar sufrimiento y a  acoplar mejor nuestraa energías y no desaprovecharlas innecesariamente y poder regular las propensiones de nuestro carácter. Para que todo lo anterior sea posible, el yoga insiste en:

-          El cultivo de unos ideales de integración, más allá de cualquier punto de vista estrecho, dogma o creencia preestablecida.
-          La práctica de procedimientos psicofísicos y psicomentales para mejorar la unidad psicosomática.
-          La observación de actitudes que nos ayuden a crecer interiormente y a mejorar nuestro estado psicológico.
-          La práctica de una ética genuina, consistente en poner los medios para que los demás sean felices y en evitar daño a cualquier ser viviente, propiciando así la benevolencia y la compasión.
-          El cultivo del desapego, la no violencia y la serenidad.
-          El ejercicio de la ecuanimidad y la comprensión.
-          La limpieza de la mente de venenos, trabas, “pensamientos basura y tensiones”.
-          La transformación de las energías regresivas en energías de evolución.
-          El máximo desarrollo de la atención mental.
-          La práctica del autoconocimiento y del acrecentamiento de la consciencia, evitando la mecanicidad y el automatismo psíquicos.
-          El cultivo de la sabiduría interior, que es mucho más iluminadora y transformadora que el conocimiento o el saber basado en la erudición.

-          El ejercicio no sólo del hacer, sino también del ser.



viernes, 7 de febrero de 2014

BENEFICIOS DE LA PRÁCTICA DEL YOGA

Beneficios:
Como sabemos, las técnicas del Yoga han sido objeto de múltiples experimentaciones destinadas a corroborar su incidencia sobre el sistema nervioso, la frecuencia cardiaca y su capacidad para generar un estado beneficioso en la curación de diversas dolencias. Su potencial para cambiar los estados de ánimo depresivos en otros más optimistas. La realidad es que en todos los ámbitos, produce una mejora considerable no solo de la salud, sino que muchas veces, incluso, hace cambiar la forma de vivir de las personas. De todos es conocido las proezas que ciertos yoguis realizan enterrándose bajo tierra y permaneciendo hibernados con las constantes vitales al mínimo durante días. O la manera en que la meditación afecta al cerebro, mostrando drásticos cambios en la ondas electroencefalográficas. Pero todo esto queda dentro de un laboratorio y es difícil que alguien que tiene unas cualidades de yogui normales, pueda sentirlo o realizarlo. Queremos saber de verdad, cuáles son los beneficios de la práctica del Yoga, con unos resultados cuantificables y sobre todo asequibles a los practicantes.

A través de su experiencia personal y con los estudios y aprendizaje con los mejores doctores en medicina y yoga de la India, Timothy Mc Call nos presenta de una manera muy práctica, 38 razones por las cuales o bien nos sentiremos contentos de adentrarnos en dicha disciplina, o si somos curiosos nos aventuraremos a comenzarla. Esto es lo que el encontró. 
1.- Flexibilidad general
La mejora de la flexibilidad es uno de los primeros beneficios más claros en la práctica del Yoga. También será notable la desaparición de dolores y tensiones. 
2.- Prueba de Fuerza
Los músculos fuertes hacen mucho más que tener buen aspecto. También nos protegen de dolencias como la artritis y o el dolor de espalda y ayudan a prevenir las caídas en las personas mayores. Y cuando se ha logrado obtener fortaleza a través del Yoga, ésta se equilibra con la flexibilidad. En el caso de que uno fuera a un gimnasio para levantar pesas con ánimo de “hacer músculos”, se conseguiría fortaleza a expensas de la flexibilidad. 


3.- Cabeza en Línea
Tu cabeza es como una bola de bolera, grande, redonda y pesada. Cuando se encuentra bien equilibrada, directamente sobre una espina erecta, los músculos del cuello y de la espalda utilizan mucho menos esfuerzo para sostenerla lo que previene malas posturas que generan lesiones y dolencias en el cuello, la espalda, otros músculos y las articulaciones.

4.- Las articulaciones se alimentan
Cada vez que se practica Yoga, se llevan las articulaciones a una gama completa de movimiento. Esto puede ayudar a prevenir la artritis degenerativa y a mitigar esa dolencia mediante el “efecto esponja” de las áreas de cartílago que normalmente no son utilizadas. El cartílago de las articulaciones es como una esponja; recibe los nutrientes frescos solamente cuando los fluidos son “apachurrados” y un nuevo suministro es “absorbido” por los mismos. Sin un adecuado mantenimiento, las abandonadas áreas de los cartílagos se pueden eventualmente fatigar, exponiendo el hueso debajo a convertirse en una especie de “zapatas de freno desgastadas”.

5.- Espina Dorsal nutrida
Los discos vertebrales, absolvedores de trauma entre las vértebras, se pueden herniar y comprimir nervios,  estos “adoran” el movimiento, pues es la única forma en la que pueden conseguir sus nutrientes. Si se trabaja una buena y equilibrada tanda de aperturas y plegamientos, tanto adelante como hacia atrás, combinado con torsiones, eso ayudará a suministrar el alimento y mantendrá a las vértebras sueltas y saludables.

6.- Mejora la Masa Ósea
Está muy bien documentado que los ejercicios en los que se realiza carga de peso fortalecen los huesos y previenen e incluso eliminan la osteoporosis. Muchas posturas de Yoga requieren que uno levante su propio peso, y se sostenga el mismo parcialmente en diferentes articulaciones. Algunas como el Perro Cabeza abajo o el Perro cabeza arriba fortalecen muchísimo los brazos y hombros que son muy susceptibles a las fracturas por osteoporosis. En un estudio no publicado, de la Universidad del Estado de California, Los Ángeles, se mostraba que la práctica del Yoga intensificaba la densidad de los huesos vertebrarles. La capacidad del Yoga para bajar los niveles de la hormona del estrés, cortisol (ver el número 11) puede ayudar a conservar el calcio de los huesos.

7.- Mejora de la Circulación
Yoga hace que la sangre fluya. Más específicamente, los ejercicios de relajación que se aprenden en Yoga pueden ayudar a la circulación, especialmente de los pies y de las manos. El Yoga transporta más oxígeno a las células, las cuales funcionan con mejores resultados. Las posturas de torsiones están pensadas para “escurrir” la sangre venosa de los órganos internos y permitir que la sangre oxigenada fluya hacia ellos, cuando se suelta la postura. Las posturas invertidas, como la Inversión sobre las Manos, la Cabeza o los Hombros (La Vela por ejemplo), instan a la sangre venosa de las caderas y las piernas a que fluya hacia el corazón desde donde es lanzada a los pulmones para ser oxigenada y refrescada. Esto es de mucha ayuda si se sufre de hinchazón en las piernas, debido a problemas de corazón o de riñones. Yoga también mejora los niveles de hemoglobina y células rojas, que transportan el oxígeno a los tejidos. Además, adelgaza la sangre haciendo que las plaquetas estén menos pegajosas y cortando el nivel de proteínas coagulantes en la sangre. Esto ayuda a disminuir la incidencia de los ataques   de corazón e infartos, ya que los coágulos son muchas veces los causantes de los mismos.

8.- La Linfa fluye
Cuando se contrae y se estiran los músculos, se mueven los órganos de alrededor, y al entrar y salir de las posturas de Yoga, se aumenta el drenaje de la linfa (un fluido viscoso rico en células inmunológicas). Esto ayuda al sistema linfático a luchar contra las infecciones, destruir las células cancerosas y librarse de los productos de desecho que se derivan del funcionamiento de las células.

9.- Corazón a punto
Cuando se toman regularmente las constantes cardíacas al realizar ejercicios aeróbicos, se constata que son buenos para disminuir el riesgo de ataque de corazón y alivian las depresiones. Ya sabemos que no todo el Yoga es aeróbico, pero si se realiza vigorosamente, mediante el Yoga en movimiento, o Asanas encadenadas, (por ejemplo el tipo de Yoga Ashtanga), se puede adiestrar al corazón a fortalecerse dentro de una constante aeróbica. Pero incluso, aunque no se realizara ese incremento de esfuerzo aeróbico, y fuera más tranquilo, lo que sucede muchas veces en Yoga, las Asanas y los ejercicios respiratorios pueden aumentar la mejora de las condiciones cardiovasculares. Los estudios han demostrado que la práctica del Yoga, baja los latidos del corazón en reposo, aumenta su fortaleza e incrementa su potencial de suministro de oxígeno durante el ejercicio, lo cual demuestra que es enormemente beneficioso aunque se esté practicando un deporte. Otro estudio también ha descubierto que los sujetos que practicaban Pranayama (técnicas respiratorios de Yoga) eran capaces de realizar más ejercicio con menor suministro de oxigeno.

10.- Descenso de la Presión Arterial
Si tienes presión arterial alta te puedes beneficiar mucho con la práctica del Yoga. Dos estudios de gente con hipertensión, publicados en la revista médica británica The Lancet, comparaban los efectos de la postura Savasana (postura de Relajación Profunda Consciente) con el acto de echarse a descansar sobre un sofá. Después de tres meses, Savasana fue asociada a 26 puntos de bajada en la presión sistólica (la numeración alta) y a 15 puntos de descenso en la presión diastólica (la baja) y cuanto más alta era la “alta” inicial, el descenso era más acusado.

11.-Descenso del nivel de Cortisol (hormona del estrés)
El Yoga desciende el nivel de cortisol. Si eso no suena como gran cosa, piensa en esto. Normalmente, las glándulas adrenales secretan cortisol en respuesta a una aguda crisis, lo que temporalmente deprime el sistema inmunológico. Si los niveles de cortisol permanecen altos incluso después de que la crisis haya pasado, pueden comprometer el sistema inmunológico. Temporalmente, los “chutes” de cortisol ayudan a mantener fuerte la memoria de largo plazo, pero altos niveles de cortisol de forma crónica, debilitan la memoria y pueden producir cambios permanentes en el cerebro. Adicionalmente los niveles de cortisol alto están relacionados con la depresión, la osteoporosis (extrae el calcio y otros minerales de los huesos e interfiere con la absorción de los mismos), la presión arterial alta y la resistencia a la insulina. En las ratas, los niveles de cortisol altos les conducen a lo que los investigadores llaman “comportamiento compulsivo de búsqueda de comida, (el mismo que uno siente cuando está deprimido, enfadado o estresado). El cuerpo toma esas calorías extras y las distribuye en forma de grasa en el abdomen, contribuyendo a ganar peso con riesgo de diabetes y un ataque al corazón.

12.- Es la hora feliz
¿Te sientes triste? Siéntate en la postura del Loto. Mejor todavía. Te levantas y te estiras en un arco hacia atrás o te colocas en aristocrática postura del Rey Danzarín. Bueno… aunque no es tan simple como eso, un estudio ha descubierto que una consistente práctica de Yoga mejoraba los estados depresivos y producía un significativo aumento del nivel de serotonina y una disminución de los niveles de monoamina oxidasa (una enzima que anula los neurotransmisores) y el cortisol. En la Universidad de Wisconsin, Richard Dadivson, Doctor en Medicina, descubrió que el córtex prefrontal izquierdo aumentaba su actividad en los meditadores, un encuentro que ha sido correlacionado con más altos niveles de felicidad y mejor función del sistema inmunológico. En los practicantes veteranos se han observado efectos colaterales positivos muy espectaculares. 

13.- Cuestión de peso
Moverse más y comer menos. Este es el adagio de cualquier persona que hace una dieta. El Yoga puede ayudar en ambos frentes. Una práctica regular te pone en movimiento y te ayuda a quemar calorías, y las dimensiones espirituales y emocionales de tu práctica pueden estimularte a comer menos y a regular los problemas de peso en un nivel más profundo. Yoga puede también inspirarte a conseguir ser más consciente en los hábitos alimenticios.

14.-Bajos Índices de Enemigos (azúcar, colesterol, etc.)
Yoga reduce el nivel de azúcar en la sangre y el LDL (colesterol “malo”) y aumenta los niveles de HDL (colesterol “bueno”).  
15.- Ondas cerebrales
Un importante componente del Yoga es focalizarse uno mismo en el presente. Estudios han encontrado que la práctica regular mejora la coordinación, tiempo de reacción, memoria e incluso los niveles de coeficiente intelectual. Las personas que practican Meditación Transcendental demostraron una mayor habilidad para resolver problemas y recabar y recordar información, probablemente porque están menos distraídos con sus pensamientos los cuales pueden perturbar una y otra vez como una cinta sin fin.

15.- Centros nerviosos
El Yoga estimula la relajación, enlentece la respiración y te centra en el presente armonizando el equilibrio entre el sistema nervioso simpático (el de la respuesta de huye o lucha), y el sistema nervioso parasimpático. El último es calmante y restaurador; disminuye el ritmo cardiaco y respiratorio, desciende la presión arterial y aumenta el volumen de sangre a los intestinos y los órganos reproductivos, comprendiendo todo ello lo que Herbert Benson Doctor en Medicina, llama la respuesta de relajación.

17.- Equilibrio y Manejo del Espacio
La práctica regular del Yoga, aumenta la propiocepción (la habilidad para sentir lo que el cuerpo está haciendo y cómo está situado en el espacio) y mejora el equilibrio físico. Las personas que tienen malas posturas o patrones de movimiento disfuncionales normalmente tienen un sentido de la propiocepción muy pobre, lo cual está ligado a problemas de rodilla y dolor en la espalda. Una mejora en el equilibrio podría significar menos caídas.

18.- Control sobre los Centros Neurálgicos
Algunos yoguis avanzados pueden controlar sus cuerpos en formas extraordinarias, muchas de las cuales están dirigidas por el sistema nervioso. Los científicos han monitorizado a yoguis que podían inducirse a sí mismos ritmos cardíacos inusuales, generar específicos patrones de ondas cerebrales y utilizando técnica de meditación, elevar la temperatura de sus manos a 15 grados F. Solo ellos pueden utilizar el Yoga para hacer eso, quizás nosotros podríamos aprender a mejorar el flujo de sangre hacia la pelvis si una mujer está tratando de quedarse embarazada o inducirse a la relajación cuando se tengan problemas de insomnio.

19.- Soltar los músculos
¿Has sido alguna vez consciente de la tensión mortal con la que uno sostiene el auricular del teléfono o el volante del coche, o cómo constreñimos la cara cuando miramos a la pantalla del ordenador? Estos hábitos inconscientes pueden conducir a tensión crónica, fatiga muscular, sensibilidad dolorosa en las muñecas, brazos, hombros, cuello y cara, lo cual puede aumentar el estrés y empeorar el estado de ánimo. Al practicar el Yoga, comienzas a darte cuenta donde mantienes las tensiones: Puede ser en la lengua, los ojos, los músculos de la cara y el cuello. Si simplemente se pone uno en contacto con ellos, puede soltar la tensión de la lengua y de los ojos.  

20.- Restauración y Descanso
La estimulación es buena, pero mucha ataca el sistema nervioso. Yoga puede aportar ayuda para
mitigar el ajetreo histérico de la vida moderna.
Las Asanas restauradoras, Yoga Nidra (una forma de relajación guiada), Savasana (postura de Relajación Profunda Consciente), Pranayama (técnicas respiratorias de Yoga), meditación que nos protege de los estímulos externos, el llevar los sentidos hacia el “interior”, son “herramientas” que nos ayudan en nuestro sistema nervioso. Otro “producto”, generado por la práctica diaria del Yoga es un sueño mejorado, lo que significa, sentirse menos cansado y estar menos proclives a sufrir accidentes.

21.- Sistema Inmune
Las Asanas (posturas) y el Pranayama (técnicas respiratorias) mejoran probablemente la función del sistema inmune, pero, hasta ahora, es la meditación la que se lleva la palma en cuanto a la credibilidad más fuerte en el ámbito científico. Parece que tiene un efecto beneficioso en el sistema inmunológico, intensificándolo cuando es necesario (por ejemplo, elevando los niveles de anticuerpos en respuesta a las vacunas) y descendiéndolo cuando es necesario (por ejemplo, mitigando la inapropiada y agresiva función inmunológica en una enfermedad autoinmune, como es la psoriasis)

22.- Capacidad Respiratoria
Los yoguis tienden a tomar menos respiraciones con mayor volumen, lo cual es calmante y más eficiente. En 1998, un estudio publicado en la revista The Lancet, mostró una respiración conocida como (respiración completa) a las personas que tenían problemas pulmonares debido a un fallo congestivo del corazón. Después de un mes, su porcentaje medio de respiración descendió de 13.4 respiraciones por minuto a 7.6- Mientras tanto, su capacidad de ejercicio aumentó significativamente, como lo hizo la saturación de oxígeno en su sangre. En suma, Yoga nos ha mostrado que sirve para mejorar en muchas formas, la función respiratoria, incluyendo el volumen máximo de aliento y la eficiencia en la espiración. Yoga también promociona la respiración por la nariz, la cual filtra el aire, lo calienta (el aire frío está considerado como un disparador de los ataques de asma en personas que son sensibles), y lo humidifica, removiendo el polen y la suciedad y otras cosas que pueden penetrar en los pulmones.


23.- Anti Estreñimiento
Las úlceras, el síndrome del colon irritable y el estreñimiento, son afecciones que pueden ser exacerbadas por el estrés. Así que si te estresas menos, sufrirás menos. Yoga, como cualquier otro ejercicio físico, puede aliviar el estreñimiento, y en teoría, reducir el riesgo de padecer cáncer de colon, porque al mover el cuerpo se facilita un transporte más rápido de la comida y de los productos de desecho a través de los intestinos. Y aunque no ha sido estudiado científicamente, los yoguis opinan que las posturas con torsiones ayudan a mover los desechos de una manera fluida. 

24.- Paz mental
Yoga “amansa” las fluctuaciones de la mente según el Sutra del Yoga de Patanjali. En otras palabras, reduce los círculos viciosos de los pensamientos acerca de la frustración, la lamentación, enfado, miedo y deseo, que causan estrés.

25.- Mejora de la Autoestima
Muchos de nosotros sufrimos de falta crónica de autoestima. Si esto se maneja negativamente (se toman drogas, se come en exceso, se trabaja en exceso, se duerme mal), puedes pagar un precio con una depreciación de la salud en el ámbito físico, mental y espiritual. Si se toman estos sentimientos desde un punto de vista positivo y se practica el Yoga, se percibirá en principio, como en un breve destello y más adelante, en un panorama más amplio, que mientras estás en ello, tal como la filosofía del Yoga nos enseña, tú eres una manifestación de lo Divino. Si se practica regularmente con la intención de auto-examinarse y mejorarse, (no solo como un sustituto de la clase de aerobic, tendrás acceso a un aspecto diferente de tí mismo. Experimentarás sentimientos de gratitud, de empatía y de perdón, así como un sentimiento de pertenencia a algo más grande. Aunque la salud no es una meta de la espiritualidad, con frecuencia es un producto de ella, lo cual ha sido documentado por repetidos estudios científicos. 

26.- Alivio del Dolor
El Yoga puede aliviar el dolor. De acuerdo con varios estudios, las Asanas (posturas), el Pranayama (técnicas respiratorias) y la meditación o una combinación de las tres, reducen el dolor en personas con artritis, dolor de espalda, fibromialgia, síndrome del túnel carpiano y otras dolencias crónicas. Cuando te alivias del dolor, el estado de ánimo mejora, estás más dispuesto a ser activo y no se necesita tanta medicación. 


27.- Tratamiento del “Calor”
Yoga puede ayudar a realizar muchos cambios en tu vida. De hecho, eso podría considerarse su mayor potencial. Tapas, la palabra sánscrita para “calor” es el fuego. La disciplina que lleva combustible a la práctica del Yoga y lo que esa práctica regular construye. El Tapas que desarrollas puede ser extendido al resto de tu vida, para sobreponerse a la inercia y cambiar los hábitos disfuncionales. Tú puedes descubrir que se pueden cambiar las cosas, sin realizar un esfuerzo particular. Se puede comenzar a comer mejor, a reactivarse en el ejercicio físico, o finalmente dejar de fumar después de años de intentos fallidos.

28.- Liberarse de las Drogas
Si el botiquín de tu cuarto de baño, parece una farmacia, puede que sea el momento de comenzar a practicar Yoga. Estudios han demostrado, que personas con asma, presión arterial alta, diabetes tipo II (formalmente llamada la diabetes del adulto) y desórdenes obsesivo-compulsivos, se han visto ayudadas para reducir la dosis de medicación e incluso abandonarlas definitivamente, algunas veces. ¿Qué beneficios se obtienen tomando menos drogas? Que gastarás menos dinero y serás menos proclive a sufrir los efectos colaterales y las peligrosas interacciones de los medicamentos.
29.- Manejar la Hostilidad
Yoga y meditación intensifica la consciencia despierta. Y cuanto más consciente seas, será más fácil liberarse de emociones destructivas como es la ira. Los estudios sugieren que un enfado crónico y una hostilidad están fuertemente relacionados con los ataques al corazón, tal como pueden producirlos el fumar, la diabetes o el colesterol elevado. Yoga parece reducir el enfado aumentando los sentimientos de compasión e interconexión y calmando el sistema nervioso y la mente. También aumenta la capacidad de “distanciarse” del drama de la propia vida, para permanecer firme encarando las malas noticias o los sucesos perturbadores. Se puede reaccionar rápidamente cuando se necesite (y existe evidencia de que el Yoga aumenta la capacidad de reacción), pero también te puedes tomar un segundo para escoger un acercamiento más razonable, reduciendo el sufrimiento de tí mismo y de los demás.

30.- Mejora en las Relaciones
El amor puede que no pueda conquistar todo, pero ciertamente ayuda a sanar. El cultivo de soporte emocional de los amigos, familia y de la comunicad ya ha demostrado repetidas veces que mejora la salud y la sanación. Una práctica regular de Yoga ayuda a desarrollar el sentido de la amistad, la compasión y una gran ecuanimidad. Junto con el énfasis de la filosofía del Yoga en evitar daños a las personas, diciendo la verdad y tomando solo lo que se necesite, esto puede mejorar  las relaciones.


31.- El Concepto del Karma
Karma Yoga (servicio a otros) es integral en la filosofía del Yoga. Y aunque no te sientas inclinado a servir a otros, tu salud mejorará si lo haces. Un estudio de la Universidad de Michigan, ha descubierto que la gente mayor que hacen voluntariado de menos de una hora por semana, alcanzaban siete años extra de longevidad. Servir a otros puede dar significado a tu vida y tus problemas puede que no parezcan tan agobiantes cuando se contemplan los que otras personas sufren.

32.- Esperanza de Curación
En mucha de la medicina convencional, la mayoría de los pacientes son recipientes pasivos de cuidados. En Yoga, lo que tú haces para ti mismo es lo que importa. Yoga te ofrece todas las herramientas para ayudarte a cambiara y tú podrías sentirte mejor desde el primer momento en que lo practicas. Y también notarás que a medida que incrementas la práctica los beneficios son mayores. Esto da tres resultados: Te involucras en tu propio cuidado. Descubres que al involucrarte recibes la fuerza suficiente que impulsa el cambio y al ver que percibes el cambio, recibes esperanza. Y la esperanza puede ser curativa por sí misma.

33.- Tejido Conectivo
Mientras lees los beneficios del Yoga, te habrás dado cuenta de que los temas se “solapan”. Eso es porque están intensamente interrelacionados. Cambia de postura y cambiarás la forma de respirar. Cambia la respiración y alterarás el sistema nervioso. Esta es una de las grandes lecciones del Yoga: Todo está conectado (la cadera al tobillo, tú a tu comunidad, tu comunidad a todo el mundo) Esta interconexión es vital para la comprensión del Yoga. Es un sistema holístico (que contempla el todo), que te introduce en muchos mecanismos que tienen efectos aditivos e incluso multiplicativos. Esta sinergia puede ser la mejor manera en la que el Yoga cura. 

LAS CINCO FUENTES PRINCIPALES DE ENERGÍA

Al igual que el pez, que está rodeado de agua, nace en el agua, vive en el agua, en el agua muere y en el agua se alimenta y se reproduce, el ser humano está inmerso en la energía, es energía y vive gracias a la energía. El poder que nos nutre es la fuerza vital o prana. Prana Es también aliento de vida, energía vital de la que nos proveemos a través de diferentes fuentes. El prana hace posible todas nuestras funciones físicas y psicomentales: anima el cuerpo y la mente y se manifiesta dentro y fuera de nosotros. Es lo más sutil entre lo sutil, e incluso anima las unidades subatómicas: constiutye el substratum de energía de todo lo existente, animado e inanimado. El prana, en definitiva, rige en el ser humano todos los órganos y sus funciones, así como todos los contenidos mentales y emocionales.
   Las cinco principales fuentes de energía son: la alimentación, la respiración, el descanso, el sueño y las impresiones mentales. Estas fuentes de energía son tanto más poderosas cuanto más puras y ricas resulten. Así, lo idóneo para llevar una vida saludable sería: una alimentación pura y adecuada, el descanso suficiente y reparador, el sueño profundo, la respiración correcta y las impresiones mentales positivas. A continuación vamos a profundizar un poco en estas importantes fuentes de energía.

LA ALIMENTACIÓN

No hay que tener manías con respecto a la alimentación. En estos últimos años ha habido muchas modas alimenticias y mucha gente las ha interpretado de forma obsesiva. Por esta razón, conviene tener presente que nos acervamos al yoga para quitarnos obsesiones, no para adquirir otras. Así, no debemos obsesionarnos con ninguna dieta, y hay que adoptar una cierta flexibilidad, sobre todo cuando alguien prepara para nosotros alimentos que tal vez no incluiríamos en nuestra dieta. Pero sí es cierto que el alimento tiene importancia para el cuerpo y para la mente, lo cual no se puede dudar si consideramos que el nuestro es un cuerpo de alimento, es decir, que está sustentado por éste. Una mala alimentación, demasiado tóxica, perjudica al cuerpo y a la mente y altera el sistema nervioso. Una alimentación impura propicia, por  tanto, innumerables trastornos, tanto coronarios como digestivos; pero, además, perjudica a la piel, eleva la tensión y embota la mente.
   Con respecto a la alimentación, los maestros de yoga indican que hay que aplicar unos criterios de inteligencia básica, que nos llevarán a comprender que, obviamente, los alimentos más sanos son:

-          Los más naturales.
-          Los más frescos.
-          Los más nutritivos
-          Los más puros.
   Asimismo, conviene hacer una dieta variada, pues todos somos muy rutinarios en este sentido. Es mejor comer poco de muchos alimentos que comer mucho de uno solo, y, por supuesto, e imprescindible hacer una minuciosa masticación. Para los yoguis, el alimento debe llenar medio estómago, y el agua, un cuarto, quedando otro cuarto vacío, o lo que es lo mismo, e preferible no saciarse. Debe darse la mayor prioridad posible a frutas, zumos frescos, verduras, legumbres, frutos secos, lácteos y pastas. Quien sea omnívoro debe alimentarse de huevos, carnes y pescados en menor cantidad. Hay que evitar, en lo posible, los alimentos tóxicos, enlatados y los demasiado condimentados, especiados sazonados. Hay que señalar que en el yoga se aboga de una forma especial por los lácteos. Se considera que son fabulosos a cualquier edad si no hay contraindicaciones en una determinada persona por anomalías orgánicas. La leche, el queso fresco y el requesón, el yogur y todos los lácteos en general son considerados excepcionalmente saludables. La creencia de que los lácteos son sólo digestivos para los niños y que resultan dañinos para los adultos es una simple superstición. Sólo serán dañinos si no están bien compensadas las sustancias del cuerpo humano.
   Ahora bien: no puede haber una dieta fija para todo el mundo; depende del clima en que se viva, la edad y las actividades que se desarrollen, y de las indicaciones o contraindicaciones originadas por la mayor o menor salud de que goce la persona. Cada individuo debe ir hallando la dieta que mejor se avenga consigo mismo. Pero no hay duda de que el alimento puro es de importancia para la vitalidad, el cuerpo, las energías e incluso la mente. Una persona que se alimente con pureza será más equilibrada, eutónica y sana, y podrá incluso meditar mejor y emprender con mayores garantías la senda del autoconocimiento.

LA RESPIRACIÓN

Los antiguos maestros declaraban que todo ser humano debe aprender desde niño a respirar y reír. La mayoría de las personas, empero, y aunque muchas de ellas sepan reír, respiran muy mal. En efecto, se respira por la boca de manera espasmódica o desacompasada, superficial y arrítmicamente. Una respiración incorrecta, dicen los yoguis, es como una espina en el sistema nervioso: lo altera. Además, la respiración es la primera fuente de energía en cuanto a su inevitabilidad: respiramos de quince a veinte veces por minuto. Tal operación nos reporta energía y, si respiramos de forma correcta, podemos incrementar de forma considerable la misma. Pero además existe, como ya descubrieron los primeros yoguis, una relación muy estrecha entre la respiración, la mente y los estados emocionales. A cada estado emocional le corresponde un tipo de respiración, del mismo modo que un cierto tipo de respiración pausada, uniforme y rítmica serena la mente y tranquiliza todos los procesos físicos. En consecuencia, aprender a respirar es esencial: una buena respiración mejora nuestro cuerpo y nuestra mente. Por esta razón, las técnica de control respiratorio de yoga físico son de excepcional valor para la persona, puede practicarlas todo el mundo y son una experimentada fuente de armonía.

EL DESCANSO

Es necesario aprender a descansar. En este sentido, hay un viejo adagio que reza: “Hasta los corceles más briosos se destripan si no descansan”. Pero descansar no es sólo no hacer nada; si uno sigue con el cuerpo crispado y al mente llena de ideaciones, tensiones y preocupaciones, entonces no descansa. Descansar es reposar el cuerpo y silenciar la mente; es decir, desconectarse de todo para estar con uno mismo. El descanso más profundo lo representa la relajación consciente, que nos permite aflojar toda la musculatura y sedar el sistema nervioso. También ayudan a descansar las actividades recreativas que se realizan con interés y sin ningún afán competitivo, así como las manualidades y todas las formas de expresión artística. El yoga físico, por su parte, proporciona un descanso muy profundo.

EL SUEÑO

Con respecto al sueño, no sólo conviene dormir las horas adecuadas, sino conseguir que sea profundo. A veces no es tan importante cuánto se duerme, sino cómo se duerme. El sueño debe ser, por tanto, profundo y reparador. Colaborarán a que ello sea posible las siguientes condiciones:

-          La relajación del cuerpo
-          La quietud de la mente y la menor conflictividad posible del subconsciente.
-          La disciplina para dormir.
-          El yoga físico y la meditación
Esta última condición puede ser fundamental. Se han dado casos de personas con enormes problemas de insomnio que han hallado la solución a los mismos en la práctica del yoga.  También ayuda a conseguir un sueño profundo el realizar respiraciones pausadas al acostarse y olvidar los problemas y ocupaciones diarias.

   No hay un número fijo de horas de sueño para todas las personas. El número de horas depende de la edad, la actividad llevada a cabo y otros factores. De un modo general, puede decirse que el término medio es de siete horas, aunque hay personas que necesitan ocho y personas que se satisfacen plenamente con seis. Sin embargo, cuando se duerme hay condiciones que deben ser cumplidas en lo posible:

-          Hay que dormir con prendas holgadas o desnudo.
-          Conviene conseguir una temperatura agradable en la habitación.
-          Se deben evitar los ruidos y la luz.
-          No es aconsejable cenar excesivamente.
-          Hay que prescindir por la noche de sustancias excitantes.
-          Conviene desconectar la mente de ocupaciones y preocupaciones.
-          No es aconsejable tener un horario de acostarse flexible en exceso.

De cualquier manera, cuando no sea posible conciliar el sueño (circunstancia que a todo ser humano le ocurre de vez en cuando), lo mejor es relajarse y no empeñarse en dormir. Si una persona se desespera porque no duerme, sufrirá doble tensión. De tal manera que si uno se empeña en dormir es posible que, por la ley del esfuerzo invertido, no lo logre. Lo mejor en tales situaciones es abandonarse plácidamente a la interiorización la relajación.

LAS IMPRESIONES MENTALES

Nada menos que seis mil años antes de que naciera Freud los yoguis habían descubierto ya esas profundidades de la mente que ahora llamamos subconsciente. En efecto, la mente es como un iceberg: por cada medida de superficie hay nueve debajo de la misma. Y todo aquello que recibimos, pensamos o sentimos deja su huella o impresión correspondiente en la sustancia mental. Todas las huellas llegan a determinar nuestra psicología, carácter y comportamiento. Por esto tan importante dejar en la mente impresiones positivas, de ahí que todos los maestros insistan en la necesidad de cultivar actitudes, pensamientos y sentimientos bellos y ennoblecedores. Así como pensamos, así somos, se dice. Todo pensamiento tiende a convertirse en palabra o acto, y, en consecuencia, hay que tratar de obtener impresiones positivas del exterior y generar, en lo posible, actitudes constructivas. Bien es cierto que muchas veces recibimos impresiones e influencias negativas del mundo circundante, pero debemos cambiar su signo y positivar esas impresiones.
   Del mismo modo que damos alimento puro al cuerpo, debemos dárselo, y con más razón si cabe, a la mente. Y de la misma forma que cuidamos la higiene del cuerpo hay que cuidar la higiene de la mente. Cualquier persona limpia su casa o su habitación, y, sin embargo, a menudo hacemos de nuestra mente un estercolero. Hay que recordar que toda impresión mental negativa tiende a emerger, y puede hacerlo: a través de la psique, creando sensaciones nada placenteras, como la ansiedad o el abatimiento; a través del cuerpo, somatizando y generando trastornos psicosomáticos, o a través del carácter, provocando un modo de ser conflictivo y generador de fricciones. Por el contrario, las impresiones y actitudes mentales positivas son un bálsamo para la mente, la psique y el sistema nervioso. Si comprendiéramos hasta que punto nos favorecen, todos cultivaríamos la tolerancia, el contento, la compasión y la benevolencia: el primero que se beneficia es quien siente esos sentimientos positivos. En cambio, los venenos de la mente (avidez, odio, celos, envidia y otros) sólo provocan malestar psicológico, obsesiones y deterioro orgánico. Si tuviéramos alguna sabiduría, y no tantos conocimientos librescos y tanta información, cultivaríamos las actitudes positivas, porque de ellas deriva siempre el beneficio propio y el ajeno.
   Hemos hecho referencia a las cinco fuentes de prana o fuerza vital, pero hay otras muchas. Todas aquellas son una fuente de energía, desde la naturaleza a la amistad, y desde el arte al amor consciente.




                                        LAS PRINCIPALES ENSEÑANZAS DEL BUDA






LAS CUATRO NOBLES VERDADES


La Verdad Del Sufrimiento

La Primera Verdad Noble declara simplemente que el sufrimiento nos ocurre a todos.
Es importante comprender que la Primera Verdad no expresa una actitud pesimista o fatalista.
No está enseñando que “la vida en su totalidad es sufrimiento”. El decir que el sufrimiento ocurre quizá no suena como una declaración muy profunda. El sufrimiento es algo obvio y natural en los seres humanos. Cuando nos damos un golpe en el dedo del pie nos duele.
La espalda se nos puede lesionar de por vida y sentimos dolor crónico. El Buda mismo estuvo sujeto a dolores físicos. A veces rehusaba dar un discurso porque padecía de dolor en la espalda.
También el dolor emocional a todos nos aqueja, especialmente si estamos abiertos al mundo que nos rodea. Cuando algún conocido experimenta dolor, nosotros mismos podemos identificarnos con ellos y sentir un dolor parecido. Es parte de ser humano el sentir empatía. Sin embargo, el
dolor no es el tipo de sufrimiento del cual el Buda nos quería liberar.
Para entender las Cuatro Verdades Nobles es importante distinguir entre el sufrimiento inevitable y el sufrimiento opcional. El sufrimiento opcional lo creamos nosotros mismos cuando reaccionamos ante algo que nos ocurre, por ejemplo, al enojarnos ante un tropezón, o cuando ansiamos demasiado ser felices. A veces sufrimos a raíz del dolor físico o alguna enfermedad. Esto
es inevitable. Pero después empezamos a juzgarnos a nosotros mismos.“¿Qué hice para que esto me ocurriera? ¿Será que me lo merezco?” Nos autocriticamos, o posiblemente culpamos a otros. Estos pensamientos agregan a nuestra aflicción. Otro ejemplo del sufrimiento opcional podría ser cuando sentimos mucha ira o nos deprimimos al observar el sufrimiento o la crueldad que existe en el mundo. El sufrimiento opcional tiende a surgir cuando reaccionamos con repugnancia o apego o justificación o condena ante esas circunstancias.
Estas reacciones añaden sufrimiento a los dolores naturales que nos afligen.
El Buda enseñó que es posible experimentar los dolores inevitables directamente sin agregarle pensamientos nocivos. Considera lo siguiente: ¿Si a todos nos toca experimentar los dolores naturales, no será mejor hacerlo sin añadirle intervenciones mentales dañinas?
Las Cuatro Verdades Nobles no prometen eliminar el sufrimiento normal que nos aqueja.
Más bien confrontan el sufrimiento o “estrés” opcional que provienen de nuestras reacciones.
Cuando nos aferramos o apegamos a alguna experiencia esto puede producir sufrimiento.
Y a la inversa, cuando tratamos de guardar distancia, bloquear, o huir de algún sentimiento o
alguna experiencia también creamos sufrimiento.
El Budismo nos ayuda a entender las múltiples maneras en que nos aferramos o distanciamos de nuestras experiencias. Podemos empezar a poner en práctica las enseñanzas del Buda cuando prestamos atención a nuestro sufrimiento.
Según los textos antiguos nadie llega al Sendero sino a través del sufrimiento. El reconocimiento del sufrimiento es algo sagrado; es digno de respeto. Debemos estudiar nuestro sufrimiento para
empezar a conocerle bien de igual manera que un médico analiza detenidamente una enfermedad. Si el sufrimiento es muy agobiante, mucho más poderoso es el aliciente para estudiarlo. Pero no todo el sufrimiento es obvio. Existen dolores más sutiles que también nos sirven de maestros. Por lo tanto es importante estudiar los malestares secundarios, aquellas frustraciones cotidianas como el enojo con el tráfico o nuestra irritación con algún colega del trabajo. Podemos estudiar nuestro sufrimiento si ponemos atención tanto a las cosas a que nos aferramos como a las diversas maneras en que lo hacemos. El Buda señaló cuatro tipos de apegos a los cuales nos aferramos y que pueden producir sufrimiento en nuestras vidas. Una de ellas son
Los ritos religiosos o los conceptos morales. Para algunos estos no son tan importantes. Pero para otros el aferrarse a los preceptos religiosos significa la posibilidad de salvación o liberación. Algunos se aferran a algún rito o a alguna regla de su religión porque consideran que la religión se
trata solamente de ritos o reglas. Otros son muy devotos porque quieren crear una identidad espiritual, por ejemplo, el de ser personas piadosas. Posiblemente otros se aferran a la religiosidad porque quieren escapar de las preocupaciones de la vida o porque quieren sentirse emocionalmente seguros. Entre los budistas, al igual que en otras religiones, puede existir el mismo fenómeno. Vemos personas tan maravilladas por su experiencia en la meditación que se aferran de manera fanática a la idea de traer a otros al Sendero del Buda. Desgraciadamente, todos estos apegos pueden producir sufrimiento para nosotros y molestia a los que nos rodean. El
segundo tipo de aferramiento o apego que puede causar aflicción es el aferramiento a algún punto
de vista o a diferentes opiniones. Estos incluyen nuestras ideas sobre cómo debe de ser el mundo, o las historias que creamos en cuanto a nuestra vida o los juicios que formamos en cuanto a otras personas. Todos estos pueden ejercer un control potente sobre nuestras reacciones y nuestra
manera de percibir el ambiente. Confiar en nuestros puntos de vista y actuar en base a ellos es algo que pocos cuestionamos. Muchas de nuestras emociones surgen de opiniones, hasta nuestro sentido de identidad personal puede estar basado en ellas. El siguiente es un ejemplo sencillo que
Ilustra cómo una historia que formulamos en nuestra mente crea una emoción. Supongamos que tienes una cita para encontrarte con una amistad. Estás esperando en la esquina de la vía acordada y hace frío. El amigo no se aparece. Eso es lo único que está pasando. Pero de pronto, ante dicha ocurrencia, nuestra mente empieza a trabajar. “Esa persona ya no me respeta.” Con esa evaluación empezamos a enojarnos. El enojo en este caso no surge porque mi amistad no llegó a la cita prevista.  Más bien se genera por la interpretación que le damos a la situación, que puede ser cierta o no. Posiblemente mi amigo tuvo un accidente y está en la sala de emergencia. Más
benéfico sería entonces percatarnos de nuestras interpretaciones mentales, y aceptarlas solamente como alternativas posibles. Y si resultan ciertas debemos actuar con sabiduría sin aferrarnos tampoco a ellas. El tercer tipo de aferramiento consiste en apegarnos a nuestro sentido
de identidad personal. Los seres humanos tenemos la tendencia a construir una imagen mental de quien somos (soy inteligente, soy importante o soy una víctima), nos identificamos con esa imagen inflexiblemente y la proyectamos a los demás. Queremos que otros nos vean de cierta manera. Esto es lo mismo que crear un punto de vista. Es la “historia” de quién soy yo. Mantener y defender esta autoimagen es costoso emocionalmente pues genera todo tipo de
preocupaciones en cuanto a la manera en que hablamos, la manera en que vestimos y la manera en que nos comportamos. Terminamos evaluando todo en relación a nuestra autoimagen, y esto produce sufrimiento interminable. El cuarto tipo de aferramiento es al apego del placer sensual. dentro de esta categoría el Buda también incluyó la aversión o repugnancia que sentimos cuando confrontamos algo no placentero. En las Escrituras Budistas el apego al placer es el primero en la lista, sin embargo yo lo menciono al último porque en nuestra sociedad tiende a
molestar a algunos. Es importante aclarar que el Buda no nos enseña que el placer sensual es problemático en sí mismo pues la vida ofrece diferentes placeres que son normales y positivos. Las dificultades empiezan cuando nos aferramos a ellos. El poeta inglés William Blake lo expresó
hermosamente:
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Quien encadena una alegría a si mismo
destruye la vida alada.
Pero aquel que besa una alegría  en vuelo
Vive en la eternidad de la aurora


El apego al placer sensual es tan dominante que muchos sentimos que algo está mal cuando nuestra experiencia es desagradable. Pero las sensaciones agradables o desagradables son sensaciones nada más, al menos que le agreguemos una interpretación o historia mental. Por ejemplo, a veces confundimos el placer con la felicidad y este pensamiento se convierte en un poderoso estímulo para la búsqueda desenfrenada del placer. Con la práctica Budista descubrimos aquella felicidad que no está ligada a los objetos de nuestros deseos o de nuestro placer. Con este descubrimiento el encanto seductor de los placeres sensuales empieza a desvanecer.

La Verdad de la Causa del Sufrimiento

La palabra “dukkha” (proveniente del idioma pali) que se traduce como sufrimiento, está estrechamente ligada a “sukkha” (también del idioma pali) que significa felicidad. Tienen la misma raíz: “kha” que significa el eje de una rueda. “Du” significa “mal” y “su” significa “bien”. Por lo tanto, “dukkha” significa una rueda fuera de su eje, una rueda no balanceada. La Segunda Verdad Noble declara que aquello que produce desbalance, lo que causa nuestro sufrimiento son las “ansias”. En el idioma Pali la palabra es “tanha” que literalmente significa “sed”. A veces se traduce como “deseo” pero esa traducción da la idea errónea de que todos los deseos son problemáticos. Lo que causa el sufrimiento es aquel deseo o aversión que es compulsivo o acosante.
El tener ansias puede significar que nos sentimos deseosos de tener alguna experiencia o de poseer algún objeto o, a la inversa, puede significar que sentimos repugnancia por algo y queremos rechazarlo a cualquier costo. Las ansias pueden ser sutiles o flagrantes y es importante estar conscientes de todas para poder entender como contribuyen a nuestro sufrimiento. Parte de la razón que el Budismo enseña a meditar y a enfocar la mente sobre lo que está pasando en el presente es que nuestro sufrimiento solo ocurre en el presente. Además, las ansias que causan nuestro sufrimiento, solo las sentimos en el presente. Aun cuando los antecedentes para nuestro sufrimiento hayan ocurrido en tiempos pasados, el pensamiento o la memoria de esos antecedentes solo ocurren en el presente cuando los estamos pensando. Por lo tanto, ponemos énfasis en el presente para ver claramente como las ansias producen nuestro sufrimiento.
En el momento presente podemos encontrar tanto la causa como el alivio para nuestro sufrir.
Dicho sencillamente, cuando nos enfocamos en nuestra experiencia presente estamos en la mejor disposición para entender las Cuatro Verdades Nobles. Cuando meditamos, lo primero que hacemos es estabilizar nuestro ser en el presente. Relajamos nuestros cuerpos, escuchamos los sonidos a nuestro derredor, y sentimos la sensación de nuestro respirar. Una vez que estamos centrados en el presente podemos empezar a explorar nuestras experiencias: lo que nos atrae, lo que nos repugna; y lo que causa nuestro dolor.
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La Verdad de la Cesacion del Sufrimiento

La Tercera Verdad Noble indica que la liberación es posible, que podemos poner fin al sufrimiento. Cuando comprendemos claramente que nuestro sufrimiento resulta de las ansias, entonces, es lógico concluir que la liberación es posible cuando nos desligamos de ellas.
La palabra “nibbana” o “nirvana” se refiere a la condición de estar libres del sufrimiento. Aunque la tradición Theravada a veces describe nirvana como si fuera un estado de suprema felicidad o paz, más comúnmente lo define sin explicitar sus características. Nirvana es simplemente la condición que resulta cuando ya no hay ansias o apego. Es mejor definirlo sin especificar, en parte, porque nuestro vocabulario es muy limitado. Además, los intentos de describir “nirvana” nos pueden llevar a especulaciones metafísicas poco beneficiosas. Tampoco queremos definir “nirvana” como un sentimiento de sublime tranquilidad porque nirvana no se puede reducir a un
estado de ánimo. Fácilmente nos apegamos a las emociones placenteras pero estas no constituyen el verdadero fin de la meditación. Posiblemente estamos convencidos que debemos experimentar ciertos estados mentales para realizar la Tercera Verdad Noble. Pero si recordamos que el no- ‐apego es precisamente el vehículo para lograr la liberación, entonces perdemos la inclinación a aferrarnos a algún estado anímico, por grato que sea. Por lo tanto, no te aferres a tu felicidad. No
Te apegues a tu tristeza. No te apegues a ningún logro espiritual.
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El Camino que Conduce a la Cesación del Sufrimiento

Desligarnos de aquello que nos atrae poderosamente puede ser una tarea muy ardua. Requiere paciencia desarrollar las virtudes que nos pueden liberar como la comprensión, la compasión, y la
Claridad mental. La Cuarta Verdad Noble ofrece una ayuda práctica para lograrlo. Describe ocho pasos que llevan a la liberación del sufrimiento. Estos pasos son necesarios para crear un ambiente que apoye la espiritualidad madura. Son las siguientes:
1. Visión o Perspectiva Correcta
2. Pensamiento o Intención Correcta
3. Hablar Correctamente
4. Acción o Conducta Correcta
5. Manera de Ganarse la Vida o Subsistencia Correcta
6. Esfuerzo Mental Correcto
7. Atención Plena Correcta
8. Concentración o Meditación Correcta
A veces los pasos se enseñan en forma consecutiva. El practicante los desarrolla en orden. Primero, clarifica su entendimiento e intención para no desviarse del camino simple de las Cuatro
Verdades Nobles (pasos 1 y 2). Segundo, pone su comportamiento en orden (pasos 3, 4 y 5), lo cual
Sirve de fundamento para el desarrollo interno del Esfuerzo Mental Correcto, la Atención Plena Correcta y la Meditación Correcta (pasos 6, 7 y 8). Cuando se utiliza el método consecutivo el practicante no tiene que completar cada paso antes de proceder al siguiente. Más bien, se desarrollan los pasos en un movimiento espiral en que se regresa una y otra vez al primer paso, cada vez más profundamente y con mayor comprensión. A veces la lista no se enseña como si fueran un camino que se tiene que seguir en secuencia. Más bien los pasos, se presentan como ocho aspectos de un solo camino que se desarrollan juntos. Estos se apoyan y nutren entre sí.
La lista abarca todos los aspectos de nuestra vida y los integra a la práctica espiritual. Podemos comprender este método de enseñanza cuando dividimos los ocho pasos en tres categorías: el cuerpo, el habla y la mente. Conducta Correcta y Manera de Ganarse la Vida Correcta pertenecen a las actividades del cuerpo. Hablar Correctamente corresponde a la actividad verbal. El resto corresponden al campo de la mente y del corazón. Algunos maestros dividen el Noble Camino Óctuple en tres esferas: la ética, las prácticas espirituales interiores y la sabiduría que corresponden respectivamente en el pali a “sila”, “samadhi” y“panna”. En este caso el Hablar
Correctamente, la Conducta Correcta y la Manera de Ganarse la Vida Correctamente se enseñan al principio del camino, como aspectos de la ética. Después del desarrollo de la ética se enfoca en las prácticas internas del esfuerzo mental, la atención, y la meditación que conducen al desarrollo de la sabiduría y al conocimiento profundo. El Noble Sendero Óctuple ofrece un rico tesoro de ejercicios espirituales. Bien vale la pena dedicarnos a su estudio y conocerlo a fondo. Entre estas
Ocho la tradición “Vipassana” pone énfasis especial en la atención plena. Esto es porque si profundizamos nuestra capacidad para permanecer atentos, los otros aspectos del Noble Sendero Óctuple le siguen con naturalidad. La Atención Plena también es la clave para la transformación de la liberación. Es el vehículo que conduce a realizar las Cuatro Verdades Nobles. Cuando desarrollamos la atención plena, y estamos atentos a lo que nos ocurre, aprendemos a reconocer
cuando el sufrimiento aparece con mayor facilidad. En vez de huirle, nos interesamos en él, casi como un objeto de estudio científico. También aprendemos a estar cómodos con el sufrimiento, de tal manera que no actuamos indebidamente ante nuestro malestar. Luego podemos empezar a comprender la raíz del sufrimiento, y a liberarnos de los apegos. Todas las enseñanzas del Buda son una elaboración de las Cuatro Verdades Nobles. Cuando integramos este puñado de hojas nuestra vida espiritual es sencilla y práctica. Todos podemos experimentar el gozo y la paz que resultan de la liberación de nuestros apegos.

“Todo lo que experimentamos está precedido por la mente,
Guiado por la mente, hecho por la mente.
Habla y actúa con una mente corrupta
Y el sufrimiento le sigue Como la rueda de una carreta
Le sigue a la pezuña del buey.
Todo lo que experimentamos está precedido por la mente,
Guiado por la mente, hecho por la mente.
Habla y actúa con una mente pacífica
Y la felicidad le sigue como una sombra que nunca se va”.

                                                    Maestro Tailandés de la meditación Ajahn  Chah

KARMA

Un concepto fundamental de la práctica espiritual Budista es que en cada momento presente hay un potencial inmenso para despertar y liberarnos del sufrimiento.
El momento presente es el único sitio donde existe la creatividad necesaria para alcanzar la liberación.
La noción Budista del “Karma” está estrechamente ligada a dicha creatividad. “Karma” no se refiere a vidas anteriores; ni es una ley de la predeterminación.
Si alguien considera que la felicidad ya está predestinada no se da lugar a sí mismo para tener influencia sobre su propia felicidad o su propio sufrimiento.
Pero la práctica espiritual incluye la posibilidad de elección. Es decir, nuestros actos no están predeterminados. El Buda enfatizó que si tenemos una idea muy estricta del karma, estaríamos negando nuestra libre voluntad para escoger lo que deseamos. El Buda dijo, “Yo lo que llamo Karma es intención.” Mejor dicho, Karma tiene que ver con lo que escogemos intencionalmente en el presente.
Como hemos visto en secciones anteriores, cuando practicamos la meditación apreciamos
el presente y nos relajamos en él. Pero el presente también constituye un momento de acción donde escogemos los pasos que hemos de tomar hacia el futuro.
Entre más atentos estemos y más claro vemos las alternativas que tenemos por delante más libertad y creatividad tendremos al escoger.
El momento presente está constituido en parte por los resultados de lo que decidimos hacer en el
pasado y en parte por el desenvolvimiento de lo que escogemos hacer en el momento actual.
Lo que experimentamos en el futuro, sea en el momento siguiente, o en el día siguiente, o en la década siguiente está formado en parte por lo que escogemos en relación a nuestra situación presente.
Nuestros actos con nuestro cuerpo, nuestra habla y nuestra mente tienen consecuencias futuras;
El tomar estas consecuencias en cuenta nos ofrece una guía importante en las opciones de nuestras acciones. Los resultados de lo que decidimos hacer no siempre son predecibles pues no son fijas ni mecánicas. Desde luego que la manera en que actuamos tiene la tendencia a producir ciertas consecuencias. Pero no siempre resultan las mismas. Hay muchas posibilidades y muchas variables que pueden generar resultados no calculados. A veces las consecuencias quedan sumergidas en el amplio océano de causas y efectos de un mundo complejo. Sin embargo, el mundo tiene la tendencia a reaccionar de cierta manera cuando actuamos con codicia, odio o engaños, y de otra cuando actuamos con motivaciones de amistad, generosidad y de bondad.

Mientras que las consecuencias en el mundo externo son variadas, las consecuencias internas de
nuestras acciones son mucho más claras, y sirven como un buen sistema de retroalimentación para nuestras decisiones. Por ejemplo, es común sentir en el resultado de nuestras intenciones las
consecuencias Karmicas en nuestros cuerpos. Los hábitos acumulados de la codicia, la ira y el temor afectan nuestros músculos de cierta manera, mientras que la generosidad, la compasión
y la reconciliación los afectan de otra. Es común que el temor  propicia un estado de compresión o
tensión porque el cuerpo se encoje para protegerse de un peligro percibido. Esta tensión muscular (que resulta de la intención de protegernos) puede pasar desapercibida, especialmente cuando es crónica. Pero aun cuando no la sentimos directamente, la tensión se va acumulando y a la larga genera malestar y daños a nuestros cuerpos.

El mundo del sufrimiento y de la libertad tiene mucho que ver con la manera que escogemos responder a las circunstancias que se nos presentan en el momento presente. Las circunstancias no siempre son las deseadas. Pero, aun así, a través de la práctica de la atención plena abrimos nuestra mente al potencial creativo que existe en la manera en que elegimos.
Si escogemos actuar con aversión, ira, temor o apegos entonces seguimos creando sufrimiento.
Pero si respondemos con más atención, sin referencia a nuestros apegos egocéntricos, interrumpimos el ciclo del sufrimiento.
La libertad necesaria para la creatividad no es posible si nuestras decisiones permanecen arraigadas en el egoísmo. Por lo tanto el mundo del karma es el mundo de la intención, y nuestras intenciones están vinculadas al mundo del momento actual. No pertenecen a ningún otro momento. ¿Con que intenciones abordas el presente? ¿Cuáles son tus intenciones cuando desempeñas tu trabajo, cuando conduces un coche, o cuando tienes una conversación, o le haces a alguien un favor?
Si pones atención cuidadosa y cariñosa a tus intenciones, como si cultivaras un jardín, florecerán
hermosamente y darán fruto abundante en tu vida.


Si  los seres supieran, igual que yo, las consecuencias de dar y compartir, no comerían sin antes haber compartido, y la mancha del egoísmo no abrumaría sus mentes.
Aunque fuera su último bocado, no comerían sin antes haber compartido, si hubiese algún necesitado quien recibiera su dádiva.
                                                   Itivuttaka


LOS CINCO PRECEPTOS

El Budismo interpreta las virtudes y la ética en términos pragmáticos, no en base a ideas del bien ni del mal, sino en base a la observación de que ciertas acciones conducen al sufrimiento y otra conducen a la felicidad y a la libertad. Un practicante Budista se pregunta: ¿Esta acción aumenta el sufrimiento o la felicidad en mí y los demás? Este enfoque práctico es más apto a conducir a la investigación que al remordimiento.

El Buda formuló cinco preceptos que nos sirven como pautas para las virtudes y el comportamiento ético 1)Abstenerse de  quitar la vida, 2)Abstenerse de robar, 3)Abstenerse de conducta sexual dañina 4)Abstenerse de mentir y 5)Abstenerse de estupefacientes o embriagantes como las drogas o el alcohol.

El Buda se refirió a estos cinco preceptos de diferentes maneras, a veces los llamaba las “cinco reglas de entrenamiento”(pancasikkha), en otras ocasiones las llamaba “las cinco virtudes” (pancasila) o a veces simplemente “las cinco cosas o cinco verdades” (pancadhamma).

Hay tres formas distintas de entender estas “tres cosas” . En primer lugar funcionan como reglas de comportamiento. El Buda no las consideró mandamientos divinos sino más bien “reglas para el entrenamiento espiritual”. Voluntariamente nos entregamos a ellas. El seguirlas promueve el desarrollo de la meditación, la sabiduría y la compasión.

Como son parte de nuestro entrenamiento los preceptos restringen nuestras acciones. El practicante declara: “por el bien de mi entrenamiento me comprometo a “no matar, no mentir, no robar” etc. Es decir aceptamos la contención de nuestros impulsos. En vez de seguir nuestra inclinación por matar un mosquito, o robar un lapicero de nuestra oficina, nos abstenemos y tratamos de aplicar la concentración plena a ese impulso dañino ante el cual estamos reaccionando. De dicha manera logramos frenar las reacciones automáticas que suscitan nuestros deseos. En vez de evaluar si las acciones son malas o inmorales, usamos las restricciones como si fueran un espejo para observarnos a nosotros mismos, para entender nuestras acciones y reacciones y motivaciones y para reflexionar sobre las consecuencias de nuestro accionar.

Cuando seguimos las reglas de entrenamiento recibimos una poderosa forma de protección. Principalmente los preceptos nos protegen de nosotros mismos, del sufrimiento que nos causamos y que causamos a otros al actuar con poca destreza y sabiduría espiritual.

En segundo lugar el Buda describió los preceptos como si fueran principios de virtud. Las virtudes fundamentales que subyacen  a los cinco preceptos son la compasión, el no causar daño, y la generosidad. Nos dejamos guiar por los preceptos a consecuencia de nuestra compasión, porque creemos que existe la posibilidad de que otros puedan ser liberados de su aflicción. También vivimos según los preceptos debido a la compasión que tenemos por nosotros mismos. Queremos proteger y nutrir nuestra propia vida. Por lo tanto somos cautelosos y disciplinados en cuanto a nuestras intenciones, nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos.

Pero no queremos que nuestros preceptos se conviertan en un ideal rígido y tiránico o algo que oprima a los demás. Por lo tanto los practicamos con el principio de no hacerle daño a otros seres. Podemos evitar el sufrimiento que genera la aplicación estricta o descorazonada que genera los cinco preceptos, si nos preguntamos: ¿Esta acción causa daño a otras personas o a mí mismo?
Sería contradictorio practicar los cinco preceptos cuando causan daño o abuso siendo que la comprensión del sufrimiento y el deseo de superarlo es precisamente lo que nos inspira a seguirlos.

Vivir según los cinco preceptos es en sí una acción generosa; al hacerlo damos el regalo maravilloso de protección espiritual a otros y a nosotros mismos. De hecho una razón pragmática para aplicar los preceptos de restricción es para atraer la felicidad a nuestras vidas.

Muchas personas meditan porque sienten la ausencia del gozo y la felicidad. Según el Buda una de las maneras más eficaces para cultivar y apreciar la felicidad es vivir vidas virtuosas.

En tercer lugar, el Buda habló de los preceptos como si fueran las cualidades del carácter de una persona. La persona que ha avanzado espiritualmente es alguien quien está dotado de las cinco virtudes. Se han convertido en características importantes que definen su forma de ser. Una vez que alcanza cierto nivel de iluminación le es imposible violar los preceptos. Seguir los preceptos es un resultado directo de haber alcanzado la libertad.

En resumen, los cinco preceptos se pueden interpretar como reglas para el entrenamiento espiritual, como guías virtuosas para el comportamiento, o como descripciones del carácter de la persona iluminada. El mundo necesita más personas con las intenciones, la sensibilidad y la pureza del corazón que representan los cinco preceptos.

Que los preceptos sean fuente de felicidad para todos.

LA GENEROSIDAD

La práctica de la generosidad, (la palabra generosidad en el idioma Pali es (dana) tiene un lugar
Preeminente en las enseñanzas del Buda. Cuando el Buda formuló una serie de prácticas graduales
Para lograr el progreso espiritual, sugirió como primer paso la práctica de la generosidad.
Basándose en este fundamento un adepto podría desarrollar a fondo una vida ética.
Luego, según el Buda, el practicante debería aprender a serenar la mente.
Después se proseguía a adquirir la sabiduría por medio de otras prácticas, las cuales, apoyadas por una mente serena y estable, conducirían a la iluminación. Como paso final, una vez que una persona había sido iluminada, el Buda le instaba a salir y prestar servicio a otros seres, es decir, a practicar la generosidad de nuevo.
Como podemos ver entonces, el sendero Budista empieza y concluye con esta misma virtud.
La palabra dana se refiere tanto a la acción de ser caritativos como a la donación o el regalo mismo.
El Buda también usó en su discurso sobre dana la palabra Pali caga que se refiere a la virtud interior de la generosidad. El uso de la palabra caga es especialmente  importante pues también significa abandono, sacrificio y renunciamiento.


ATENCIÓN PLENA


Según las enseñanzas del Buda la práctica de “la atención plena” nos entrena a hacer consciencia y a enfocarnos en ese punto de contacto. Este término fundamental en el Budismo describe un estado mental en el que estamos totalmente presentes con lo que nos rodea. Estar atentos plenamente implica estar conscientes de lo que está ocurriendo en nuestro entorno, al momento en que está ocurriendo. Es una habilidad que se aprende. Cuando adquirimos experiencia en observar las cosas atentamente, con un enfoque claro, no nos dejamos desviar por nuestros pensamientos, nuestras opiniones, ni las reacciones repentinas. Al practicar la atención plena vemos las cosas tales como son, en vez de filtrarlas por los lentes distorsionados de nuestras ideas preconcebidas e interpretaciones particulares.

UN DOCUMENTAL INTERESANTE:

http://www.youtube.com/watch?v=Os90Ejim-WE&feature=share

ASANA ANTES DE LA PIJAMA 






Los seis mundos 

Les comparto un interesante texto de Budismo tibetano escrito por Choyiang Trungpa. Para su crecimiento y reflexiones.

   Los seis mundos, los diferentes tipos de ocupación samsárica, se llaman así porque nos instalamos dentro de una versión particular de la realidad. Fascinados por el entorno que nos es familiar, nos esforzamos por mantenerlo, repitiendo deseos y anhelos conocidos, para así no dar jamás cabida a un estado que tenga espacio. Nos aferramos a nuestros mecanismos habituales porque la confusión no sólo nos brinda un terreno tremendamente conocido en el que desaparecer borrando toda huella sino que también nos ofrece una manera de mantenernos ocupados. Tenemos miedo de abandonar esa seguridad y esa diversión, acogemos con recelo la posibilidad de abrirnos a un espacio abierto, a un estado meditativo. La posibilidad de acceder al estado despierto nos irrita sobremanera porque no sabemos muy bien cómo manejarlo y, por lo tanto, preferimos volver rápidamente a nuestra prisión en vez de liberarnos de ella. La confusión y el sufrimiento se transforman en ocupaciones que a menudo nos hacen sentirnos seguros y encantados de la vida.
  Los seis mundos son el mundo de los dioses, el de los dioses celosos, el mundo humano, el mundo animal, el mundo de los fantasmas hambrientos y el mundo de los infiernos. Estos mundos son más que nada actitudes emocionales hacia uno mismo y hacia el ambiente, actitudes que se ven teñidas y reforzadas por explicaciones y racionalizaciones conceptuales. Un ser humano puede experimentar en el transcurso del día las emociones de cada uno de los demás mundos, desde la soberbia del mundo de los dioses hasta el odio y la paranoia de los infiernos. No obstante, el psiquismo de cada individuo está por lo general firmemente anclado en un mundo particular; dicho mundo le ofrece un estilo de confusión, una manera de entretenerse y mantenerse ocupado para no tener que mirar de frente su incertidumbre fundamental, ese terror profundo de que uno tal vez no exista realmente.

El Endiosamiento

  El mundo de los dioses en el ámbito supuestamente profano se refiere  al logro del  placer mental y físico supremo y al alcanzar las metas más seductoras: riqueza, salud, belleza, celebridad, etc..es un modo de proceder basado en el placer, entendido como intento por mantener el ego. Lo que caracteriza el mundo de los dioses es el hecho de que llegan a perder la noción de esperanza y miedo, el mundo de los dioses en el plano “espiritual” o de los meditadores y buscadores espirituales, el dolor y el placer se unifican por completo y surge un estado meditativo de ensimismamiento egotico donde todo lo que vemos nos parece hermoso y lleno de amor; incluso hasta lo más grotesco. Las cosas desagradables  y agresivas parecen hermosas porque hemos alcanzado la unión absoluta con el ego. En otras palabras el ego ha perdido el contacto con su propia inteligencia. Es el grado máximo de aturdimiento, un abismo de inconsciencia que posee una fuerza increíble.  Se trata de una bomba atómica espiritual, una forma de autodestrucción que excluye la compasión, impide cualquier intento de comunicación y pone fin a las posibilidades de liberarse de la esclavitud del ego.

La paranoia

  El mundo de los asuras o de los dioses celosos  tiene como característica principal la paranoia. La mentalidad del asura es sumamente inteligente, ya que es capaz de ver todos los rincones ocultos. Uno cree que está comunicándose cara a cara con él, pero en realidad el asura lo está observando a uno por detrás. Esa paranoia intensa al combinarse con una eficiencia y precisión exacerbadas, genera  una forma de prepotencia defensiva. El asura se empeña en alcanzar objetivos cada vez más exaltados, se exige y compite todo el tiempo, siempre hay un antagonista al frente. Todos los rincones son sospechosos y amenazadores y hay que investigarlos bien y desconfiar de ellos, sin embargo no se puede decir que sean personas cautelosas, que se escondan o disimulen. Todo lo contrario: son muy directos y siempre están dispuestos a salir al ruedo y pelear si surge cualquier problema o si hay la menor conspiración contra nosotros, real o ficticia, pero a pesar de estar decididos a salir al encuentro y enfrentar la situación, desconfían todo el tiempo de los mensajes que reciben de ella y por lo tanto no los toman en cuenta, porque se niegan a aceptar nada, a aprender algo de lo que les pudieran decir los demás, porque consideran que todos son sus enemigos.

La pasión

  La pasión es el quehacer principal en el mundo humano y se refiere a una forma inteligente de avidez en la que el raciocinio y la lógica se orientan exclusivamente hacia la creación de la felicidad, pero hay una profunda sensación de separación de los objetos de placer, lo que causa un sentimiento de pérdida, pobreza y a menudo nostalgia, porque además permanece la creencia de que sólo los objetos de placer pueden aportar bienestar y felicidad, lo que hace que en el mundo humano los seres se sientan torpes y busquen como desarrollar una personalidad lo suficientemente  fuerte y magnética como para que esos objetos de placer se sientan atraídos de manera natural hacia el propio territorio.  En este mundo se busca el equilibrio perfecto en todo y se critica y descalifica a todos los que no están a la altura. La característica principal en el mundo humano es el esfuerzo por alcanzar ideales nobles.  La mentalidad humana da gran importancia al conocimiento, la educación y se empeña en acumular todo tipo de informaciones y sabidurías. El intelecto alcanza su mayor actividad, hay tanta acumulación de información que la mente es un hervidero, no hay nada más característico  del mundo humano que encontrarse atrapado en un gigantesco atasco de pensamientos discursivos. Estamos tan ocupados pensando que no somos capaces de aprender absolutamente nada.  El mundo humano es muy intelectual, febril e intranquilizador. Vivimos una búsqueda constante, estamos siempre al acecho de situaciones nuevas o de posibilidades de mejorar las situaciones existentes. De todos los estados es el menos placentero, porque el sufrimiento no se considera como una ocupación, ni tampoco como un estímulo,  sino más bien como recuerdo constante de las ambiciones que suscita.

La estupidez

  El mundo animal está asociado con la estupidez: aquí los seres prefieren hacerse los sordomudos  y seguir las reglas de los juegos que tienen a mano en vez de redefinirlas. Obviamente, es posible que traten de manipular su percepción de un juego determinado, pero en realidad lo que hacen es seguir la corriente, seguir el instinto. Si tienen un deseo secreto u oculto que quisieran llevar a cabo y si se topan  con algún obstáculo o alguna irritación, se abren paso a la fuerza, sin importar la posibilidad de herir a alguien o de destruir algo valioso. Se conforman con salir y perseguir lo que se presente, y se cruza cualquier otra cosa, se aprovecha la oportunidad y se persigue también. En la inconsciencia animal, tenemos nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos y nos negamos rotundamente a percibir desde otro punto de vista. Ni siquiera admitimos esa posibilidad. Si alguien nos ataca o reclama contra nuestra falta de tino o manejo de una situación, encontramos algún modo de justificarnos, algún argumento para salvar nuestro amor propio. Si nos atacan, ponen en duda o critican, hallaremos automáticamente una respuesta. Es inconsciencia o estupidez  porque no nos fijamos en el entorno que nos rodea sino solamente en  el objetivo y los medios para conseguirlo, e inventamos todo tipo de pretextos  para demostrar que lo que estamos haciendo está bien. La mentalidad animal es extremadamente testaruda y carece de sentido del humor. El verdadero sentido del humor  consiste en relacionarse libremente con las situaciones de la vida en todo lo que tienen de absurdo. Es ver las cosas .inclusive el autoengaño-claramente: sin anteojeras, ni barreras ni disculpas. Consiste en estar abierto y  ver las cosas con una visión panorámica, sin tratar de aliviar tensiones. Mientras el sentido del humor  sea un instrumento que sirva  para disminuir la tirantez del ambiente e impedir que uno se sienta incómodo o nervioso, no será más que el humor del mundo animal, un humor tremendamente serio. Será un intento por encontrar alguna muleta.
  El mundo animal es representado con un cerdo. El cerdo no mira hacia un lado, ni hacia el otro, sino que avanza husmeando y devorando todo lo que se le pone en el hocico, primero una cosa y luego otra, y luego la siguiente, sin el mayor sentido de discriminación. Podemos tener un estilo animal tanto en las tareas caseras más simples, como en los proyectos intelectuales más complejos y sutiles. Al cerdo no le importa comer exquisiteces o cochinadas. En el peor de los casos, el habitante del mundo animal se entrampa con una serie de actividades rutinarias que encuentran justificación en sí mismas y no dejan cabida a nuevas posibilidades. Tal persona jamás acusa recibo de los mensajes que recibe de su entorno; jamás se mira en el espejo que le presentan los demás. Incluso en una tarea claramente intelectual, si uno carece de sentido del humor, entrega y apertura, estará actuando como animal; sentirá una presión constante que lo hará pasar de una cosa a la siguiente, sin tomar en cuenta los fracasos y obstáculos. Es como un tanque arremete inexorablemente, aplastando todo lo que encuentra en su camino. No le importa si atropella a la gente o derriba edificios, sigue rodando sin más.

La pobreza

  En el mundo de los pretas o fantasmas hambrientos, uno se preocupa por expandirse, enriquecerse, consumir. En el fondo se siente pobre y no es capaz de seguir con la comedia de que uno es realmente lo que le gustaría ser. Se  vale de todo lo que tiene para validar su orgullo, pero nunca es suficiente y sigue sintiéndose carente. Todo lo que se nos presenta en la vida lo percibimos como objeto de consumo: amistad, riqueza, ropa, sexo, poder. Siempre tenemos hambre de alguna nueva forma de entretenimiento, sea este espiritual, intelectual, sensual, mientras más consumimos más se exacerba el hambre y mientras más cosas ansiamos más nos damos cuenta de lo fuera de nuestro alcance que están, y ello nos resulta doloroso. Es doloroso encontrarse suspendido en un estado de deseo insatisfecho, siempre al acecho de la satisfacción. Incluso si conseguimos nuestro objetivo, sentiremos la frustración de estar atiborrados y haber quedado insensibles a nuevos estímulos. Tratamos de aferrarnos a nuestros bienes, tratamos de sacarles el jugo, pero pronto nos sentimos pesados y embotados. Ya no somos capaces de apreciar nada; quisiéramos volver a sentir hambre para llenarnos de nuevo. Tanto si conseguimos satisfacer nuestro deseo como si quedamos en suspenso  a causa de él y seguimos luchando, estamos invitando a la frustración.

La ira

  En el mundo de los infiernos reina la agresión. Esta agresión surge de un estado de odio tan permanente que al final perdemos la pista y ya no sabemos a quién queremos agredir y quién nos está agrediendo. La incertidumbre y la confusión son continuas. Hemos creado un universo tan lleno de agresión que incluso si un día nos sintiéramos menos rabiosos y agresivos, nuestro entorno nos volvería a lanzar más agresión.
  En el mundo de los infiernos, no tenemos la impresión de que la agresión sea nuestra; más bien, parece que impregna todo el espacio que nos rodea. Experimentamos una claustrofobia extrema y nos falta el aire. No tenemos espacio ni para respirar ni para actuar, y la vida se vuelve agobiante. La agresión es tan intensa que incluso si decidiéramos matar a alguien para aliviarla, alcanzaríamos apenas un grado ínfimo de satisfacción, pues la agresión seguiría latente en el entorno. Incluso si nos suicidáramos, descubriríamos que el asesino permanece. De tal forma que no habríamos conseguido asesinarnos por completo. El ambiente constante de agresión hace que nunca se sepa quién está matando a quién. Es como devorarse a uno mismo desde dentro. Cuando termina de devorarse, queda el que devoró, y es necesario devorarlo a él también, y así sucesivamente. Cada vez que el cocodrilo se muerde la cola, se alimenta; cuanto más come, más crece. El proceso no tiene fin.
  Es realmente imposible usar la agresión para eliminar el dolor. Mientras más matemos, más fuerzas le daremos al asesino, que buscará nuevas víctimas. La agresión crece hasta que por fin no queda espacio: todo el entorno se ha vuelto sólido. No hay una sola brecha que permita mirar hacia atrás y cuestionarse. El espacio entero se ha saturado de agresión.  Es impresionante. No existe la menor oportunidad de crear un testigo que dé fe nuestra destrucción; no hay nadie que pueda testimoniar. Pero al mismo tiempo la agresión sigue creciendo. Mientras más destruyamos, más creamos.
  La imagen tradicional de la agresión es la tierra ardiendo y el cielo rojo en llamas. La tierra está al rojo vivo y se convierte en hierro candente, mientras que el espacio se llena de llamaradas y fuego.
  En el mundo de los infiernos, expelemos llamas y radiaciones que siempre rebotan y se vuelven contra nosotros. No dejamos un solo hueco en  el que podamos experimentar una sensación de espacio y apertura.  Sólo existe un esfuerzo constante, siempre tenemos a un interlocutor con quien jugar, pero nuestros esfuerzos son contraproducentes y volvemos a generar situaciones de claustrofobia extrema hasta que llega el momento en que ya no hay ningún espacio para la comunicación.
  A esas alturas, la única manera de comunicarse es tratar de recrear la ira. Pensábamos que habíamos  ganado la guerra y que habíamos puesto al otro en su lugar, pero  al final nos damos cuenta de que el adversario ya no da señales de vida y que en realidad ha dejado de existir. De pronto nos encontramos frente a frente con nuestra propia agresión que se nos viene encima y consigue llenar todo el espacio. Una vez más estamos solos, sin posibilidades de jaleo, y una vez más intentamos descubrir una nueva manera de jugar, y este ciclo se repite una y otra y otra vez. No jugamos porque nos guste, sino porque no nos sentimos protegidos y seguros. Al encontrarnos sin protección, sentimos desamparo y frío y tenemos que encender la hoguera nuevamente. Y para seguir encendiendo la hoguera debemos seguir luchando sin tregua para mantenernos. No podemos evitarlo: sin darnos cuenta volvemos a caer en el juego una y otra vez.

LA MEDITACIÓN SENTADA
¿Qué hacemos una vez que comprendemos el principio del ego y la neurosis y que conocemos nuestra situación? Tenemos que dejar de filosofar y entablar una relación simple y directa con nuestra cháchara mental y nuestras emociones. Como punto de partida necesitamos emplear el material existente, es decir, los bloqueos, credenciales y engaños del ego. Acto seguido, empezamos a darnos cuenta de que para hacerlo, debemos recurrir alguna credencial, aunque sea simbólica, pues sin ella no podríamos comenzar. Por eso en la meditación nos valemos de técnicas simples y hacemos de la respiración nuestra credencial  de rigor.
  No deja de ser irónico; a pesar de que el buddhadharma (enseñanzas del buda) que hemos estado estudiando nos enseña a despojarnos de nuestras credenciales, de pronto nos vemos involucrados en una actividad sospechosa. Estamos haciendo precisamente aquello que criticábamos, lo que nos resulta violento y nos hace sentirnos incómodos: “¿Y si fuera una nueva forma de charlatanismo, el mismo jueguito egótico de siempre? ¿No me estarán pasando gato por liebre? ¿No estaré haciendo el ridículo?”. Todo despierta nuestras sospechas. Eso está muy bien; significa que nuestra inteligencia se está agudizando. Es una manera excelente de empezar, pero se a como sea, tenemos que acabar haciendo algo de una vez. Deberemos reconocer que a pesar de nuestro refinamiento intelectual, nuestra percepción de la psiquis es muy primitiva. Aún no supera, en realidad, el nivel infantil y ni siquiera sabemos contar hasta diez. Al sentarnos a meditar admitimos nuestra insensatez. Es una medida extraordinariamente fuerte, pero se impone: debemos empezar como tontos y sentarnos a meditar. Y cuando nos vayamos dando cuenta de que hacer eso es de tontos de remate, empezaremos también a entender que las técnicas funcionan como muletas. Uno no se aferra a sus muletas  ni les atribuye ningún significado místico importante; no son más que herramientas que se usan mientras sean necesarias y que luego se desechan.
  Debemos estar dispuestos a ser personas completamente comunes y corrientes, lo que significa aceptarnos a nosotros mismos y no tratar de ser más perfectos, puros, espirituales o perspicaces. Si conseguimos aceptar nuestras imperfecciones tal como son, con la mayor naturalidad del mundo, entonces podremos valernos de ellas en el camino; pero si intentamos deshacernos de ellas, se convertirán en enemigas, en obstáculos en el camino del “desarrollo personal”. Lo mismo se podría decir de la respiración. Si podemos verla tal como es, sin tratar de usarla para mejorarnos a nosotros mismos, pasará a formar parte del camino porque dejará de ser una herramienta de nuestra ambición personal.

Simplicidad

  La práctica de la meditación consiste en abandonar la fijación dualista, es decir, abandonar la lucha del bien contra el mal. Nuestra actitud hacia la espiritualidad debe ser natural, ordinaria y libre de ambición. Por bueno que sea el karma que estamos creando, lo cierto es que seguimos sembrando semillas de karma. La idea, entonces, es trascender por completo el proceso kármico: trascender tanto el buen como el mal karma.
  Los textos tántricos contienen muchas referencias al  mahasukha  o “gran dicha”. La razón por la que se llama gran dicha, o gran felicidad, es porque trasciende tanto la esperanza como el miedo, tanto el placer como el dolor. Aquí la palabra dicha no se refiere al placer en su acepción corriente, sino a una sensación de libertad fundamental y verdadera, a un sentido del humor que percibe la ironía del juego egótico, el juego de las polaridades. Si logramos ver el ego desde una perspectiva aérea, apreciaremos su aspecto cómico. Conviene, por lo tanto, abordar la meditación de manera muy simple, sin buscar el placer ni huir del dolor. En realidad, la meditación es un proceso natural, y el camino consiste en trabajar con el dolor y el placer.
  No se trata de usar las técnicas de meditación –oraciones, mantras, visualizaciones, rituales y técnicas de respiración para crear placer ni para confirmar la propia existencia. La idea no es disociarse de la técnica, sino fundirse con ella hasta alcanzar cierta sensación de no dualidad. Al principio, uno maneja la técnica como si fuera una especia de juego, porque aún se imagina que está meditando. Sin embargo, las técnicas que practicamos, por ejemplo la conciencia de las sensaciones corporales o la conciencia de la respiración, son tan concretas que tienden a hacerlo aterrizar a uno. No se recomienda considerar la técnica como algo mágico, como un milagro o una ceremonia profunda, sino como un proceso simple, extraordinariamente simple. Cuanto más simple sea la técnica, menor será el peligro de que se presenten desvíos, porque uno no se estará nutriendo de esperanzas y miedos fascinantes y seductores.
  En la práctica de la meditación, uno trabaja al principio solamente con la neurosis fundamental de la mente, es decir, la relación confusa entre uno mismo y sus proyecciones, la relación con los pensamientos. Cuando logra ver la simplicidad de la técnica sin adoptar una actitud especial hacia ella, también aprende a relacionarse con su propia configuración mental. Empieza a ver los pensamientos como fenómenos sencillos, y el hecho de que sean pensamientos piadosos, malvados, caseros o de cualquier índole deja de tener importancia. Uno no los categoriza como buenos o malos, sino que los ve como simples pensamientos. Los pensamientos se nutren de la relación obsesiva  que uno mantiene con ellos, pues para sobrevivir , necesitan que se los tome en serio. Si empezamos a tomarlos en serio y a categorizarlos se vuelven muy fuertes; les proporcionamos energía cada vez que no los vemos como fenómenos simples. Por otro lado, si tratamos de aquietarlos también se nutren. De modo que cuando empezamos a meditar, no debemos proponernos conseguir la felicidad, ni tampoco la calma mental o la paz, aunque estas pueden ser subproductos de la meditación. No debemos considerar la meditación como si se tratara de vacaciones para escapar de la irritación.
  En realidad, cuando comenzamos a practicar la meditación, siempre sucede que afloran toda clase de problemas. Todos los aspectos ocultos de la personalidad salen a la superficie por la sencilla razón de que, por primera vez, nos estamos permitiendo ver nuestro propio estado mental tal como es. Por primera vez, no evaluamos los pensamientos.
  A medida que pasa el tiempo, valoramos cada vez más la belleza de esta simplicidad. Por primera vez, hacemos las cosas de manera completa. Cualquiera que sea la técnica, respirar, caminar, etc…, nos ponemos a hacerla y a trabajar con ella, de manera muy simple. Las complicaciones dejan de ser sólidas y se vuelven transparentes. Así que en la primera fase del trabajo con el ego se establece una relación muy simple con los pensamientos. La idea no es tratar de aquietarlos, sino ver su naturaleza transparente y nada más.
  Es necesario combinar la meditación sentada con la práctica del darse cuenta en al vida cotidiana.  Al practicar el darse cuenta, empezamos a sentir los efectos secundarios de la meditación sentada. La relación despejada que hemos establecido con la respiración y con los pensamientos continúa. Cada situación de la vida se vuelve una relación simple: relación simple con el lavaplatos, relación simple con el coche, relación simple con el padre, la madre, los hijos. Eso no quiere decir, por cierto, que nos transformemos en santos de la noche a la mañana. Las irritaciones de siempre siguen ahí, pero se han vuelto irritaciones simples, irritaciones transparente.
  Por nimios o insignificantes que parezcan los pequeños detalles domésticos, es tremendamente útil y valioso trabajar con ellos manera muy simple. Cuando aprendemos a percibir la simplicidad tal como es, la meditación se hace veinticuatro horas al día. Experimentamos una sensación muy grande de espacio porque no nos sentimos obligados a observarnos a nosotros mismos compulsivamente; más bien, acogemos la situación. Claro que uno aún puede observarse y comentar el proceso, pero cuando se sienta a meditar, uno es y nada más, y ya no se vale de la respiración ni de ninguna otra técnica. Uno empieza a dominar el asunto y ya no le hace falta un observador, ni tampoco un traductor, porque entiende perfectamente el idioma.

Prestar atención y darse cuenta

  La meditación trabaja con nuestra prisa, agitación y febrilidad constantes. Nos ofrece un espacio, un terreno, que le permite a la agitación funcionar y agitarse sin trabas hasta poder relajarse. Si no interferimos en la agitación, ésta pasa a formar parte del espacio. Dejamos de reprimir o agredir el deseo de mordernos una vez más la cola.
  La práctica de la meditación no consiste en tratar de producir un trance hipnótico ni una sensación de alivio. Los esfuerzos por lograr la tranquilidad mental provienen de un sentimiento de pobreza. El que persigue la calma interior tiene que precaverse de la agitación, lo que va acompañado de una sensación de paranoia y la necesidad de estar siempre marcando límites. Jamás afloja la guardia contra esos repentinos accesos de pasión o de agresividad que podrían adueñarse de él y hacerle perder los estribos. El proceso de vigilancia limita el alcance de la mente porque uno no acepta todo lo que surge en ella.
  En lugar de eso, la meditación debería reflejar un sentimiento de riqueza, la capacidad de usar todos los contenidos de nuestros estados mentales. De este modo, si le brindamos a la agitación espacio suficiente para que pueda funcionar a sus anchas, entonces la energía deja de agitarse porque puede confiar en su naturaleza fundamental. La meditación consiste en darle un prado muy grande y muy verde a una vaca agitada. Es posible que la vaca se siga agitando un buen rato en ese enorme pastizal, pero al cabo de un tiempo la agitación deja de tener sentido porque el espacio es demasiado grande. La vaca come y come y come y al fin se relaja y se duerme.
  El prestar atención es necesario para que podamos reconocer la agitación e identificarnos con ella, y también es necesario el darse cuenta para que podamos ofrecerle a la vaca agitada un campo abierto, un pastizal enorme. El prestar atención y el darse cuenta siempre se complementan. Prestar atención significa relacionarse con las situaciones individuales de manera directa, precisa y definida. El contacto y la comunicación con las situaciones problemáticas o irritantes se establece de manera muy simple. Están la inconsciencia, la agitación, la pasión, la agresión. No es necesario elogiarlas ni condenarlas; no son más que ataques pasajeros. Son situaciones condicionadas, y es posible verlas de manera exacta y precisa con la atención incondicionada. La atención es como un microscopio. El microscopio no es un arma ofensiva ni defensiva con respecto a los microbios que permite observar; su función es simplemente presentar con claridad lo que está ahí. Para prestar atención no es necesario referirse al pasado o al futuro; la atención se inserta plenamente en el instante presente. Al mismo tiempo, se basa en una mente activa que baraja percepciones dualistas, pues es necesario al principio usar ese tipo de juicio discriminador.
  Por otro lado, el darse cuenta, también llamado conciencia despierta, consiste en ver los descubrimientos de la atención. No es necesario retener los contenidos mentales ni deshacerse de ellos.  La precisión de la atención puede quedar tal cual, porque tiene su propio ámbito, su propio espacio. No tenemos porque decidir que la vamos a tirar, ni tampoco que la vamos a guardar como un tesoro. De este modo el darse cuenta es un paso más hacia una actitud de aceptación total de las situaciones. El prestar atención nos da una base para reconocer la agresión, la pasión etc. Después de experimentar la precisión de la atención, nos podríamos preguntar ¿Y ahora qué?¿Qué hago con ella?. Pero nuestra capacidad de darnos cuenta nos tranquiliza, pues  vemos que en realidad no es necesario hacer nada con esa precisión y que podemos dejarla simplemente en su sitio. El prestar atención es la vanguardia del darse cuenta: primero se percibe una situación con precisión y luego esa atención puntual se amplía y se difunde, volviéndose conciencia despierta.

  De esta manera, la atención y el darse cuenta concurren para producir una aceptación de las situaciones de la vida tal como son. No es necesario boicotear la vida ni tampoco reivindicar el derecho de darse el gusto en todo. Las situaciones existenciales son el alimento del darse cuenta y la atención; sin las depresiones y las sensaciones fuertes que nos ofrece la existencia no sería posible meditar. Puesto que la combinación de prestar atención y darse cuenta es lo que permite que uno prosiga el viaje, la práctica de la meditación y el desarrollo espiritual dependen del samsara. Desde una perspectiva aérea, se podría afirmar que tanto el samsara como el nirvana son innecesarios y que el viaje es inútil; sin embargo, como estamos en la tierra, resulta extraordinariamente útil realizar el viaje.


LA ENSEÑANZA ZEN DE BODHIDHARMA